12 de enero de 2007

Una gominola con sabor amargo...



Al final del camino, divide mi terreno, mi páramo, mi desierto, mi glaciar, mi árida tierra, una fina y decolorada linea, hasta cierto punto transparente y traslúcida cual agua de un anciano manantial.



Es la linea que separa mi mente de la razón, mis pensamientos de lo real, mi corazón de mis sentimientos, separa mi alma de mi cuerpo y mi sentir de mis versos. Subida en esa fina linea con grosor nanométrico, haciendo mil equilibrios, el miedo se apodera de mí, tantas veces me he caído y probado ese oscuro abismo...



Un abismo negro como mis pupilas, negro como la tinta de un enorme Architeuthis, un abismo perpetúo de hiriente fuego como el de una hoguera en San Juan, como el fuego de una vela recién encendida que desea consumir toda la cera que le sostiene... Ese abismo me invita a bajar a el, a caerme en su intensa niebla que me ciega, sin un haz de luz que me indique un camino se que volveré a caer...



Mis pensamientos regresan lentamente mientras pierdo el equilibrio, las canciones de amor suenan lejanas y las palabras vacías de mi alrededor no logran acercarme a mi universo, es dificil creer que todo puede empeorar pero lo hará, caeré , se romperá mi linea, mi hilo horizontal, perderé la razon, la realidad, mis sentimientos, mi alma, mi cuerpo, dejaré de sentir mis versos.



Caí todo arde alrededor, pero hace frío, miles de estalctitas de fuego me rodean, miles de estalactitas de hielo y compasión se clavan en mi alma, en mi corazón, en mi mente, en mi ser, todo se vuelve silencioso, no puedo oir ni mi propio corazón, quizá no tengo, otra vez toca escalar el muro de la ignorancia, de la soledad, de la desesperación... algún día me encontraré a mi misma, algún día encontraré mi sitio... Sólo espero que sea a tu lado.



1 comentario:

MiGUi dijo...

Mi vida, yo seré tu luz, yo te tenderé la mano cuando te tropieces, yo estaré ahí para sacarte del abismo y tenerte a mi lado, para que te des cuenta de que para mí eres insustituíble.

Hace poco me dijiste que me regalarías tus ojos cuando no viera, tus oídos cuando no oyera... Ahora te ofrezco lo mismo a tí.

Coge mi mano, no tienes nada que temer. Estando juntos, el uno con el otro, nada puede ir mal. Tan solo ten fe y paciencia, pues el camino no está exento de peligros ni de dolor, pero eso pasará, y nuestro amor perdurará para siempre.

Te quiero mi amor.